viernes, 7 de agosto de 2009

:: Me oyes en el silencio ::




Soy un libro encriptado. Un conjunto de jeroglíficos.
Letras sin sentidos sin interés alguno.
Ocultas en un más allá de sonrisas y alegrías.
Tratando de contar una vida.
Tratando de disfrazar un instante.
Pero tú puedes descifrarme.
Me lees como el basto universo.
Encuentras la estrella que menos reluce.
Miras al fondo en un pozo lóbrego.
Escuchando el agua gotear en mí.
Escuchando el latir de un segundo perdido.
Entre ecos que turbian los días.
Entre raspones que esconden el ánima.
Y eres tan solo un terrenal.
Capas de tomarme como un vino.
O recién soy el vino cuando caigo a tu paladar?
Tan niño que te escondió un dulce en su espalda.
Que no puede tapar una sola mentira.
Que no puede ocultar lo escribe en su árbol.
En sus hojas que caen al solado.
Donde tú las recoges con tanto apego.
Y creo que verdaderamente es así.
Soy así a tu sola presencia.
Olvido lo que el mundo tiene para mí.
Nadando en un lago de notas musicales.
Notas que salen de mi meollo creando el dulce mar.
Para que tú las escuches con dilección en la orilla.
Y cantes aquellas que salen a tu semblante.
Al afán de un suspiro de entregas.
El fa de una ira. El sol de mi alegría.
El mi de una tristeza. El re de mi inquietud.
Pero por sobre todo el do de mi te quiero.
Que suena y re suena porque la cuerda aun gira.
En esta caja musical llena de sensiblería.
No terminando porque cuentas no hace.
Peculiar sentimiento que este lugar.

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