Y ahí también callo el frió. Las verdes hojas secas caen en una mezcla de rojo y marrón sucios de la tierra. Muy pocas aun fijas en sus ramas grises. Ya no son videntes de esas historias, sobre los ahora también fríos ladrillos. Solo se ven los recuerdos en aquellas gotas que fingen cristal cuando caen en el momento en que estoy visitando aquello. Convirtiendo ese instante en pequeños trozos de nostalgias azules.
Silencio.
Pero.
Este clima esta cambiando, se esta esfumando, evaporando, la humedad se esta dispersando y el sol nunca estuvo verdaderamente distante. Ahora lo siento tan cerca, tan cálido, tan brilloso, tan anaranjado. Iluminando mi mundo. Brindándome aquello que no olvidaba.
Las hojas volverán a salir con un verde que me enferma de felicidad, dándome esos maravillosos ratos amarillos. Sus tallos marrones serán más fuertes esta vez, y así crecerán. Porque su ciclo no termina.
Lo cuidare verdaderamente. Le daré mi agua sin ahogar y el calor de mi propio interior sin quemar una sola hoja verde.
Y así crecerá, porque su ciclo aun no termina. Aun no.
Los días de solo grises y azules ya son parte de un ayer.
Tratando de ver como florecen los nuevos colores.
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